Trameco – Válvulas

Hablar de calibración termómetros digitales y análogos no es solo un trámite: es la diferencia entre un proceso controlado y decisiones tomadas “a ojo”. En alimentos, laboratorio, salud, HVAC o industria, un termómetro sin calibrar empuja a errores de cocción, almacenamiento, ensayo o mantenimiento que luego salen carísimos. 

¿Por qué calibrar?

La razón corta: porque los sensores derivan. Golpes, cambios bruscos de temperatura, envejecimiento de componentes, humedad y uso normal van corriendo la lectura con el tiempo. En servicios de alimentos, es común recomendar calibrar a diario o tras eventos que puedan afectar el instrumento (una caída, un choque térmico, un uso intenso). También se suele pedir que, tras la verificación, el termómetro quede dentro de una tolerancia conocida; si no, corresponde ajuste o reemplazo.

Para laboratorio, mantenimiento industrial o control de procesos, la frecuencia no es fija: depende de la criticidad del proceso, el historial del instrumento y los requisitos del cliente o norma aplicable. En cualquier caso, si el uso es intensivo o la seguridad depende de la lectura, el intervalo se acorta.

Métodos que sirven

Punto de hielo 

Es el método rápido y robusto para verificar si el equipo “está en la cancha”. Se prepara un recipiente profundo con hielo picado y agua aproximadamente al 50/50, se sumerge la sonda por al menos 5 cm, se espera la estabilización y se lee. Un baño bien hecho está en 0 °C (32 °F). Si el termómetro trae tuerca de ajuste (ajuste mecánico), se corrige ahí; si es digital con offset interno, se ajusta desde el menú; si no permite ajuste, se registra la corrección para aplicar a las lecturas.

Punto de ebullición

El segundo ancla es el agua hirviendo. Se sumerge la sonda en agua a ebullición franca sin tocar paredes ni fondo. La referencia teórica es 100 °C, pero depende de presión atmosférica/altitud. En costa y a nivel del mar será cercano a 100 °C; en altura, menor. Lo importante es conocer el punto de referencia local y comparar contra eso. Este chequeo complementa el del hielo y ofrece la foto del error a dos extremos del rango cotidiano.

Comparación en baño termostatado

Cuando se necesita trazar resultados a un patrón y estimar incertidumbre, se utiliza la calibración por comparación. Se introduce el termómetro bajo calibración y un patrón trazable (ya calibrado) en un baño líquido u horno con temperatura estable, y se comparan lecturas en varios puntos del rango de interés. El resultado principal es la corrección (la diferencia entre la temperatura del baño determinada por el patrón y la que indica el termómetro bajo calibración).

Para termómetros de lectura directa (digitales y de aguja) y termopares, este método exige: misma inmersión, buena estabilidad, tiempos de espera adecuados y homogeneidad del baño. La trazabilidad se amarra a la escala internacional de temperatura a través del patrón del laboratorio.

¿Digital o análogo? Consideraciones prácticas

  • Digitales: suelen permitir offset interno, ofrecen resolución fina y respuesta rápida. Pero un golpe fuerte o un choque térmico grande puede desplazarlos. Si no permiten ajuste, se trabaja con corrección documentada.
  • Análogos (de aguja o líquido-en-vidrio): a veces más estables mecánicamente, pero requieren lectura cuidadosa (paralaje, dimple en bimetálicos) y, si hay ajuste, suele ser mecánico en la tuerca. Para líquido-en-vidrio, el laboratorio recomienda comparación en baño controlado con patrón y pautas específicas de inmersión.

En ambos, la calibración termómetros digitales y análogos exige: limpiar la sonda, evitar tocar paredes del recipiente, respetar profundidad mínima y tiempos de estabilización. Parece obvio, pero allí se ganan o se pierden décimas valiosas.

¿Cuántos puntos y en qué rango?

Depende del uso. En alimentos, dos puntos prácticos (hielo y ebullición) son un buen “screening” diario y permiten corregir sobre la marcha. Para procesos y laboratorio, conviene múltiples puntos en el rango real de uso (por ejemplo, 0 °C, 25 °C, 60 °C, 100 °C), repetir medidas para evaluar repetibilidad, y cubrir el punto crítico del proceso (donde una desviación afecta más).

Laboratorios comerciales que atienden industria suelen ofrecer calibraciones desde temperaturas negativas hasta cientos (o miles) de °C, según el tipo de sensor y los equipos disponibles (baños, hornos, bloques secos). Revisar el alcance declarado da pistas de si podrán cubrir el rango que se necesita.

Ajuste, corrección y decisión de servicio

  • Ajuste: si el instrumento lo permite (tuerca en bimetálico, offset interno en digital). Tras ajustar, repetir el punto para confirmar que “entró”.
  • Corrección: si no se ajusta, se documenta la corrección y su incertidumbre. En operación, quien mide aplica la corrección al valor leído.
  • Fuera de tolerancia: si, tras ajuste, el error excede la tolerancia del proceso (por ejemplo, ±0,5 °C en laboratorio; ±1 °C en alimentos), conviene servicio o reemplazo. En entornos de inocuidad o calidad, un equipo fuera de tolerancia no puede usarse hasta resolverse.

La decisión no es teórica: si la lectura define inocuidad o conformidad con especificación, un termómetro fuera de tolerancia invalida todo el control.

Calibración en Trameco

La calibración termómetros digitales y análogos es una inversión pequeña con retorno grande: asegura inocuidad en cocina, confiabilidad en laboratorio, ahorro en mantenimiento y cumplimiento en auditorías. Con hielo y hervido se cubre el día a día; con comparación trazable se cierra el círculo cuando el proceso lo exige. Lo importante es el método: preparar bien los baños, respetar inmersión y estabilización, documentar correcciones, estimar (o exigir) incertidumbre y definir frecuencias según riesgo. Con ese método, cualquier equipo pasa de “sospechoso” a “confiable”, y cada lectura vale lo que dice. Encuéntranos ahora dando Clic Aquí. Ponte en contacto con nosotros llamando al +511 271 2868 o dejándonos un mensaje al correo [email protected]. Ubícanos en la Av. Intihuatana 857, Santiago de Surco. ¡Te esperamos!

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